lunes, 15 de febrero de 2010

Control 2

Abrumados con la digitalización

A través de la historia el hombre ha sufrido diversos cambios tanto en su forma de vida como en los instrumentos de los que se vale para hacer más fácil la misma, lo que identificamos con el nombre tecnología. Desde cosas tan elementales como lo fue el descubrimiento del fuego, la creación de la rueda o la creación de la escritura, hasta verdaderas innovaciones contemporáneas como los son el internet y la digitalización de señales, entre otros.

Pero en realidad que tanto comprendemos acerca de este concepto que gira en torno de una conversión de lo analógico a lo digital, lo cual interviene no sólo en aspectos técnicos de la comunicación, sino también en prácticos, como lo es la digitalización de libros. Además de ser un proceso en el que tarde o temprano todos nos internaremos.

De la misma manera que se presentó el proceso de acostumbrarse al uso de la escritura en lugar de las grafías usadas por culturas prehispánicas, como la azteca, maya o egipcia; la expansión del soporte digital del lenguaje se trata de un proceso de adecuación y complemento para el soporte analógico.

Siendo la transformación más compleja, por diversos aspectos, aquella que conlleva el texto obtenidos de los libros a documentos contenidos en la memoria del disco dura de una computadora y visibles a través de una pantalla.

El tiempo pasa y la tecnología nos rebasa, de tal forma que lo que hace veinte años parecía inconcebible, hoy en día es parte fundamental de nuestra realidad. Representado por el uso desmedido que hacemos del internet, ya sea con un fin educativo, social o distractor; donde si bien se logra diversidad cultural y la creación de lazos entre personas con los mismo intereses aun cuando se hallen distantes, también existe el riesgo de estar cimentando las bases de una sociedad individualista y falta de interacción cara a cara.

Tomando en cuenta tanto los beneficios como las consecuencias que representa un avance tecnológico como lo es el internet, el cual no debe ser satanizado ni glorificado; debemos estar consientes de la responsabilidad que conlleva su uso. Logrando complementar los instrumentos que ya se tiene, como lo es el libro, sin permitir sustituirlos completamente, sencillamente, por ofrecer diferentes beneficios.

Sin embargo, cabe señalar que una con todos los avances tecnológicos hay herramientas indispensables en la vida del hombre, y una de estas es el libro, quien a pesar de la digitalización de sus textos, siempre tendrá un lugar importante en la vida de académicos, intelectuales, estudiantes y uno que otro bibliófilo, que considere más importante la interacción con el material, la sensación que le provoca el tocar cada una de sus hojas y hasta el hecho de aspirar el aroma por estos desprendido.

Control 1

Leer, un honor reservado para pocos.



Hoy en día el acceso que tiene la mayoría de los individuos que componemos esta sociedad, es completamente superior al gozado hace aproximadamente doscientos años; época en la que éste se consideraba un privilegio de las elites, representadas no sólo por los burgueses, sino también por los religiosos y estudiosos. Sin embargo, ¿qué tanto aprovechamos este beneficio?

Tomar un libro y permitirnos sumergir nuestro pensamiento y atención en cada una de sus letras, palabras y frases logran componer textos maravillosos, no sólo en el ámbito de lo imaginario, sino también de lo real, resulta ser una experiencia inverosímil, llena de placer.

Mas dicha creación y disfrute de los libros, se ha visto opacado por aspectos completamente ajenos a los intereses intrínsecos de éstos, como lo son los costos o la influencia predominante de otros medios de comunicación, principalmente los masivos, como la televisión, la radio y en los últimos tiempos el internet.

Quedando en segundo plano la problemática que representa la analfabetización social; siendo superada por aspectos más que sociales culturales. Como lo son el poco interés, que se genera en los individuos, por la lectura, así también las dificultades que representa la adquisición de libros y no por encontrarse censurados, sino por aspectos mayormente económicos.

Pero, si se trata de responsabilizar a alguien, ¿quién o quienes serian los responsables de dichos problemas padres, maestros, gobernantes, sistema o nosotros mismos?

Si bien, es cierto que la falta de interés por la lectura y por la adquisición de libros empieza en el núcleo familiar, y en muchas ocasiones es reforzado por la poca inculcación de los profesores durante nuestra enseñanza básica; también es cierto que compartimos responsabilidad con ellos, desde el momento en que tomamos conciencia de dicha situación y no buscamos una solución que modifique nuestra actitud acostumbradas hacia estos.

Es por ello que es momento de responsabilizarnos de nuestros actos, no sólo frente a la lectura sino frente a otros tantos aspectos que si bien no son nuestra culpa si podemos tomar acciones para modificarlos.

Es momento de adquirir gusto por la lectura, de aprender a poner prioridades, dándole a los libros el justo valor que merecen, no solo como transmisores de conocimientos, historia, cultura, sino también como aquellos instrumentos que nos dan el honor de ser usados y de perpetuar en sus páginas la transcendencia de la humanidad en sus diferentes momentos.

Permitiendo así que, quien se crea merecedor del honor de la lectura, busque en ella un refugio y una identidad que va más allá del texto que se puede disfrutar.